lunes, 30 de mayo de 2011

MI VOTO ES POR KEIKO

Me preparo para ser presidente desde los seis años, desde aquella precoz edad y sin los apetitos personales del poder y del dinero decidí que mi vida no tendría sentido sino, hasta el día que pueda cambiar el sistema político que maneja a nuestro país desde que tengo uso de razón. Decidí que mi vocación es la de ser político y que mi misión la de implantar el cambio positivo que todos esperan, cambio basado en el respeto de las libertades individuales como fundamento para una sociedad más justa e inclusiva. Desde esos pocos años hasta ahora he logrado observar algunos procesos electorales en los que adoptaba una posición pero en los que no participaba porque mi edad no lo permitía, no lo permitió hasta ahora en la que por primera vez – como muchos de mis coetáneos – tengo la oportunidad de decidir quien gobernará nuestro país los próximos cinco años – o diez o no sé cuantos más–y se encargará continuar con el crecimiento económico (con el que estoy de acuerdo) y de disminuir la brecha económica que divide al país y genera odios entre sectores ricos y pobres, que no debería existir.


La encrucijada actual, la disyuntiva entre votar por Keiko o votar por Humala ha divido más al país y ha generado todo tipo de argumentos a favor de uno u otro bando. No es correcto afirmar que los sectores pobres votarán por Humala y los sectores A y B por Keiko. Si bien en cada sector hay una inclinación pronunciada por alguno de ellos, la verdad es que los votos apuntan en ángulos tan dispares creando un escenario que escapa a toda lógica. Escapa de toda lógica a no ser que consideremos un denominador común: El odio.

Entonces ante tal escenario, donde cada uno expone sus razones para apoyar a alguna de las candidaturas yo expongo algunos de los argumentos por los que este cinco de junio votaré por Keiko y no por Humala.


Razón Uno: El voto de Humala es el voto del odio.

El voto por Humala, no es el voto por el cambio. ¡No! Estoy seguro de que si escogemos al azahar a algunos de los que piensa votar por Humala y le preguntamos sobre el cambio que pretende implantar, no sabe un carajo acerca de ello. Más bien si le preguntamos por las razones que votará por Humala, tendremos respuestas más contundentes y llenas de vitriolo. Por ello es que me animo a afirmar que el voto por Humala es el voto del odio y no el voto del cambio como pretender verlo algunos. Este odio – reconozcamos que los peruanos somos perseverantes, pero no en el buen sentido de la palabra – está presente en todos los niveles, desde el odio histórico de Vargas Llosa y Toledo contra Alberto Fujimori hasta el odio irracional de Feliciano – un amigo – que votará por Humala para vengar el acto cruel con que su tía fue despedida del sector público en el gobierno de Alberto Fujimori; o el odio de un compañero hacia los grupos de poder yque votará por Humala por la envidia que le causa el saber que otros tienen en demasía y el nada o casi nada. Yo le digo a este último: El odio no genera riqueza, a nadie le pagan por odiar, al menos yo no conozco ninguno de esos casos. La riqueza la genera el trabajo, no el odio.

Entonces el odio es el principal activo de Humala y votar por Humala implica formar parte de ese gran bolsón de peruanos que advierten que las cosas van mal pero que lo único que proponen es el enfrentamiento entre peruanos y no políticas que permitan inclusión social. Yo no quiero formar parte de aquel grupo de peruanos. No digo que su odio sea infundado, reconozco que el gobierno y que quienes gozan de cierta prosperidad económica han tenido la obligación de cambiar el sistema y no lo han hecho, pero tampoco es inteligente permitir que el destino de nuestro país lo guíe el odio en cualquiera de sus variantes.

Razón Dos: Humala representa un grupo de ideas trasnochadas que han fracasado en distintas etapas de la historia de la humanidad. Esas ideas representan un cambio, pero no el cambio que yo quiero para mi país.

Yo quiero ser presidente para cambiar el sistema político porque no estoy de acuerdo con el actual. Es razonable pensar que la idea generalizada entre los peruanos es la de: El cambio, pero no podemos correr a apoyar a la primera persona que de gritos sobre un cambio. ¡No! El cambio que Humala propone es un cambio donde los peruanos tendremos cada vez menos opciones para elegir, menos libertades, y es coherente la propuesta si tenemos en cuenta la formación militar del candidato. Una de mis principales propuestas es el fortalecimiento de las libertades individuales, donde cada uno decida qué es lo que quiere para su vida, el estado no puede obligar a nadie a ser exitoso y tampoco puede privar a nadie de serlo. Simplemente el gobierno debe brindar las oportunidades necesarias para que todos los peruanos tengamos una competencia igualitaria y humanitaria. Las ideas de Humala son una amenaza para mis ideas liberales, para las libertades individuales de todos los peruanos, por eso no votaré por él.

Razón Tres: Keiko no es su padre

Se han repetido hasta el cansancio argumentos en contra de Keiko basados en el gobierno de su padre y se han repetido la misma cantidad de veces argumentos a favor, explicando que Keiko no es su padre. Yo estoy de acuerdo con el último.

Keiko no es su padre así como yo no soy mi padre ni, ninguno de mis familiares. Es injusto acusar a una persona por los errores de tercero, la única persona que yo conozco que ha tenido la valentía de pagar por los pecados ajenos es Cristo y hasta donde sabemos Keiko no lo es. De modo que aquel argumento para votar en contra de Keiko es irracional. Se dice que hará lo mismo que su padre ¡Craso error! La raza humana es una de las más complejas y no hay una ley que diga que los hijos hacen lo mismo que sus padres y una razón suficiente para comprobarlo es mi vida: Mi padre es un mujeriego a carta cabal, tiene un gusto excesivo por las mujeres y desde pequeño me inculcó esa obsesión, sin embargo yo no comparto sus gustos y cuando los comparto no lo hago de manera excesiva. Vivir con un mujeriego no me hizo mujeriego.

Para terminar con esta razón. A Keiko se le acusa de los errores de su padre y de la probabilidad de que sea como su padre, lo que ya sabemos que es una acusación descabellada; pero también se le acusa de no haber hecho nada en los cinco años que tuvo siendo congresista. Yo no la acuso por ello. Si yo hubiese sido congresista en el congreso que compartía Keiko,tampoco hubiese hecho nada, en ese congreso nadie hace nada y no permiten a los pocos que quieren hacer algo, hacerlo. Y si se tiene que elegir entre hacer algo a medias o mal es preferible no hacer nada y Keiko – lo deduzco – entiende esta ley a la perfección. Más bien si puedo acusarle a Keiko el hecho de no haber podido liderar algún pequeño cambio en el congreso que sea la base de su próximo gobierno, pero en fin, eso es lo que yo quiero y lo que yo haría y no puedo imponerle mis ideas a Keiko, eso denota un talante democrático. Dejemos que Keiko sea Keiko.

Finalmente – por estas tres razones que creo fundamentales debido al ambiente y la dirección de los argumentos que circulan – este 5 de junio iré al colegio “San José Marello” y marcaré la “K” del “Kontinuismo”, en el peor de los casos y porque prefiero que las cosas sigan igual a dar un salto hacia los inicios de la humanidad. No voto por Keiko porque la considere la opción perfecta sino porque es un acto de irresponsabilidad votar en blanco y porque entre Ollanta y Keiko, es la segunda quien se acerca mejor a mis ideales y en el peor de los casos, el modelo económico seguirá siendo el mismo y el Perú aún tendrá posibilidades de alcanzar el gran cambio que añora y que en ninguna medida lo representa Humala. No nos dejemos llevar por odios, ni por argumentos irracionales, que se remontan a los comienzos de la humanidad, y emitamos un voto a favor de la libertad, por ello este cinco de junio los invito a votar por Keiko y que nuevamente le digamos ¡No! Al dos veces golpista Humala.

2 comentarios:

  1. Adriano,

    ya, con la panza llena, puedo escribirte que, como dicen algunos viejos, no es bueno hacerse hígado y menos con la barriga vacía. Así que en buena hora. Hay dos cosas que me sorprenden y, por lo mismo, de alguna manera, me gustan, aunque también me causa un sonrisita un poco cachacienta. Vamos por partes. Lo primero es tu actitud política que se asume clara y directa, incluso con aspiraciones políticas. Es algo que celebro (aunque, por obvios motivos, no te declaro simpatía partidaria) y festejo. Considero justo y necesario que jóvenes como tú tomen partido y se asuman seres políticos. Nada escapa a lo político, lo político es una arista, un filtro por el que se pueden ver y entender las cosas (el otro es el amor). Mi generación (yo tengo 31 años), por el contrario, es una generación apolítica. Consecuencia de esa desidia y esa apatía tenemos el presente tan jodido y polarizado. Así que, en un primer momento, celebro tu posición. Lo segundo es que, y esto me produce una pequeña sonrisita, es tu ingenuidad. Hay un tufillo de irreverencia mal entendido y propio, seguro que sí, de la juventud tan necesitaba de calmar sus hormonas alborotadas. Sin embargo, la ingenuidad es síntoma de falta de experiencia (a veces de información) y siempre es posible revertirla, no tanto más bien como una situación apolítica; entonces, poniendo las cosas sobre la balanzas (estas cuestiones ayudan) creo que hay un saldo a tu favor. En fin, pero, vayamos a lo que nos importa, cuestionar en pro o en contra, estos versus tan enfrentados, humalismo y fujimorismo.

    En la medida que voy leyendo tu columna voy respondiendo, ayuda que hayas enumerado tus razones, eso está bien, así podemos comentar punto por punto. Leo y respondo.

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  2. 1. El odio. El amor y el odio, por si no lo sabías, son fuentes de cambio. La envidia no, la envidia es estéril. El odio es potencializadora y generador de cambios. Ahora, aquí hablamos de cuestiones políticas y sociales y conviene separar las cosas. (Solo quería decirte que subvalorar el odio es ingenuo. El mundo se ha movido por fuerzas del amor o del odio. Date cuenta.) Bien. Pues, luego de leerte y haciendo un esfuerzo, ampliando mi liga del raciocinio, asumamos que el voto por Humala es un voto de “odio contra Keiko”. Exagerando, por siaca. Entonces, ¿este voto contra Keiko, asumiendo que es un voto odioso, es en algo justificado? Sí, en algo lo es. Sin exageraciones diremos que Keiko no es Keiko por mérito propio, sino porque lleva el apellido de su padre que despierta simpatías y odios (¿o no?). El fujimorismo ha llevado una máxima: “Divide y vencerás”, de un famoso politólogo, así nos ha gobernado (engañado) durante muchos años. ¿No te parece justo que ahora esa forma de hacer política haya generado esos odios por buena parte del electorado generados por ellos mismos? Si no te es suficiente para que alguien sienta legítimo odio, te cuento que en régimen de Fujimori se esterilizó a miles de mujeres contra su voluntad tratándolos como ganado, se asesinó a estudiantes (como tú, como yo), a profesores, a líderes sindicales, a periodistas, a jefes gremiales, a miembros de colectivos civiles, a personas como cualquiera, solo por el hecho de pensar distinto, por críticar, por no estar de acuerdo con el régimen fujimorista, ¿eso no es motivo legítimo para que cualquiera sienta odio, asco, rencor, rabia contra ellos? Se obolió los derechos laborales (hubieron despidos masivos que el INEI cuenta como 200 mil), se cerraron y persiguieron sindicatos. Se compró medios de prensa con el billete de todos los peruanos (tuyo, mío, de tus papás, etcétera). Se instauró un régimen de mentiras y corrupción como nunca ha habido en la historia reciente de nuestro país. Se trató al pobre como una cifra estadística, como un bulto electoral, tratándolos como basura y metiéndoles por los ojos prensa basura (diarios ultramarillistas, el The Sun le quedaría chico, con la lógica de que al pueblo le gusta eso, ¿qué? Pichi-caca-poto, osea, mierda; llegaron lo Cómicos ambulantes con más basura abyecta y, el colmo, la reencarnación mayúscula de la degradación humana: Laura Bozzo); te parece a ti, finalmente, que después de tantas desgracias contra el pueblo (y podría seguir, pero ya me aburre teclear lo que parece es obvio), no legitiman su odio y exasperación de que ese régimen nefasto vuelva a instalarse. ¿Acaso, los peruanos, no deberíamos tener capacidad de indignación? Te recuerdo que los Fujimori no se fueron democráticamente de este país, el pueblo lo sacó a patadas y el chino, rata, se fugó a su verdadero país y renunció, (ja, ja, esto parece otra trilogía de Larson) vía fax. ¿Te parece que debemos estar tan sosegados?, sí claro, bienvenida Fujimori hija, le invito un lonche, venga, claro, señorita .

    Finalmente, yo no te odio por votar por Keiko, y nadie debería odiar por simpatías políticas. De ahí al fanatismo hay un paso. El odio, lo sabemos, no es buen consejero. Yo creo que el voto contra Keiko no es odio es un voto de dignidad. Talvez tú problema sea que eras muy jovencito y no eres capaz de indignarte por el latrocinio que auspició el padre del clan Fujimori.

    Bueno, Adriano, pensé seguir con los demás puntos. Ahora tengo que hacer otra cosa, tal vez continúe. Es probable, pero con lo que te dije, ya creo tienes suficiente y vamos así intercambiando puntos de vista.

    Jorge

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